martes, 12 de febrero de 2013

7. LAS COSAS QUE SON (3a. PARTE)




II. Las cosas que son (3ª Parte)

“Principio de dolores”

Después del cumplimiento total de la primera parte de la profecía con la destrucción del Templo de Jerusalén, observamos que, de acuerdo al panorama general mostrado en las cartas a las 7 iglesias (sesión no. 5 de este estudio) y como parte de “las cosas que son”, la iglesia se vería sumergida en un período de desenfrenada confusión en todos los ámbitos, tanto económico, político, social, bélico, religioso, etcétera; lo cual sería solo síntomas como de un parto próximo (Mt. 24:8), como vemos a continuación:
“Ancestros del anticristo”
Previo a la aparición del último régimen totalitario comandado por el último anticristo que ha de gobernar al mundo (que en el Libro del Apocalipsis se le conoce como la bestia, cf. Ap. 13:1-7; Ap. 20:10), la iglesia, durante su estancia en la tierra, vería muchos “ensayos” o “prototipos” de hombres parecidos al anticristo final, mismos que iniciarían con la socavación de la libertad y soberanía de cada nación y que culminará con el golpe final perpetrado por la bestia anticristo, el cual tomará el control total del mundo durante la semana 70 de Daniel mejor conocido como el período de la Gran Tribulación. Todos estos “ensayos” o “prototipos” nos dan un panorama general de lo que ha de manifestarse en el anticristo que menciona el apóstol Juan en el Apocalipsis.
Esto nos remite obligadamente a analizar algunos pasajes del Libro de Daniel para comprobar que a lo largo de la historia se han levantado hombres (ensayos o prototipos del anticristo) con una sed impresionante de dominio y poder, los cuales ridiculizan y palidecen al comparárseles con el anticristo final.
Primeramente veremos dentro del marco y contexto histórico cómo el Altísimo Dios del cielo y del universo le permitió a un rey pagano llamado Nabucodonosor (quien reinó en Babilonia del 605 al 562 a. C., aproximadamente) tener la extraordinaria visión a través de un sueño del auge y la caída de los poderes mundiales, así como el retorno del Señor Jesucristo y el establecimiento de Su Reino Milenial (Ver Dan. 2:27-45): 27Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. 28Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama: 29Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser. 30Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón. 31Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. 32La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; 33sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. 34Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. 35Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra. 36Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. 37Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. 38Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro. 39Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. 40Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. 41Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. 42Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. 43Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. 44Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, 45de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.


Estatua del sueño de Nabucodonosor con fechas aproximadas.





En dicho sueño, este rey observa una estatua imponente, que si bien es cierto se erigía majestuosa y temible, estaba sostenida por la fragilidad de pies hechos de hierro con barro. La imagen representa los sueños de los hombres de señorear el mundo (Daniel 2:36-45). Si se considera simbólicamente, esta visión de gobiernos temporales que se deterioran en orden sucesivo hasta que Dios establece su Reino es fácil de entender desde una perspectiva histórica, ya que solo hubo 4 imperios gentiles importantes desde la época de Babilonia.
Los metales de la gran imagen representan cuatro imperios gentiles. Estos imperios dominarán al pueblo de Israel hasta la 2ª Venida de Cristo. El valor decreciente de los elementos en cada sección sucesiva de la imagen sugiere una reducción del gobierno absoluto de los reyes de cada porción, mientras que el aumento en la resistencia de los metales es indicativo del aumento en el poderío militar de cada imperio sucesivo.
Veamos:

a.   Cabeza de oro.
Simboliza el imperio babilonio, cuya gloria no se ha dado jamás en ningún otro imperio (Dn. 2:38).
Contexto histórico
Nabucodonosor II (c. 630-562 a. C.) es probablemente el gobernante más conocido de la dinastía caldea de Babilonia. Reinó entre el 605 a. C. y el 562 a. C. Es famoso por la conquista de Judá y Jerusalén, y por su monumental actividad constructora en Babilonia, como los famosos Jardines colgantes de Babilonia. Es tradicionalmente llamado "Nabucodonosor el Grande", pero la destrucción de templos en Jerusalén y la conquista de Judá le causaron una imagen malévola en las tradiciones judías y en la Biblia, al contrario de lo que sucede en el Irak contemporáneo, donde es glorificado como un líder histórico.
Después de vencer a los Cimerios y Escitas, todas las expediciones de Nabucodonosor estuvieron dirigidas hacia el oeste, aunque un poderoso vecino, los medos, estaba ubicado en el norte; la causa de esto fue el matrimonio con Amuhia, hija del rey de los medos, que aseguró paz entre los dos imperios.
Nabucodonosor llevó a cabo varias campañas sobre Siria y Judá. Un intento de invasión a Egipto en 601 a. C. tuvo algunos contratiempos, causados por diversas rebeliones en el área del Levante, incluyendo Judá. Nabucodonosor terminó con las rebeliones, capturando Jerusalén el 597 a. C., y llevando al rey Jeconías a Babilonia. Cuando el faraón Apries intentó nuevamente una invasión a Palestina, el 589 a. C., Judá y otros estados de la región se rebelaron. Un segundo asedio de Jerusalén ocurrió en 587/586 a. C., finalizando con la destrucción del templo y la ciudad, y la deportación de muchos ciudadanos a Babilonia. Estos hechos se describen en los libros bíblicos de Reyes, Jeremías y Crónicas. Después de la destrucción de Jerusalén, Nabucodonosor sostuvo un asedio sobre Tiro (585-572 a. C.), que terminó con un compromiso, donde la ciudad aceptaba la autoridad de Babilonia.
Después de su muerte en octubre de 562 a. C., luego de haber reinado 43 años, fue sucedido por su hijo Amel-mardk, quien, después de reinar dos años, fue sucedido por Neriglisar (559 - 555), que fue sucedido por Nabónido (555 - 538), al final de estos reinados (menos de un cuarto de siglo después de la muerte de Nabucodonosor) Babilonia cayó bajo Ciro quien lideró la combinación de los ejércitos de Media y Persia.

b.  Pechos y brazos de plata.
Simboliza al imperio Medo-Persa, los cuales son dos imperios (dos brazos) que se unieron para la conquista del mundo conocido en ese entonces. El imperio de Babilonia cayó en manos de este imperio (Dn. 2:32; 2:39).
Contexto histórico
El Imperio aqueménida o Imperio persa, es el nombre dado al primer y más extenso imperio de los persas, el cual se extendió por los territorios de los actuales estados de Irán, Irak, Turkmenistán, Afganistán, Uzbekistán, Turquía, Chipre, Siria, Líbano, Israel y Egipto. Su expansión territorial comenzó, durante el reinado de Ciro II (559-530 a. C.), con la anexión del reino medo, y alcanzó su máximo apogeo en el año 500 a. C., cuando llegó a abarcar parte de los territorios de los actuales estados de Libia, Grecia, Bulgaria y Pakistán, así como ciertas áreas del Cáucaso, Sudán y Asia Central.
El Imperio debe su nombre a la dinastía que lo gobernó durante unos dos siglos, los aqueménidas, fundada por un personaje semilegendario, Aquemenes. En la historia de Occidente, el Imperio aqueménida es conocido sobre todo por su condición de rival de los antiguos griegos, especialmente en dos períodos, las Guerras Médicas y las campañas del macedonio Alejandro Magno.
Cuando Ciro se apoderó del imperio medo no hubo grandes cambios en la estructura externa del Estado porque los medos y los persas eran tribus estrechamente emparentadas, como lo estaban también las dos casas reales por vínculos de casamiento. Por eso hallamos que los historiadores de la antigüedad y también documentos de la época de distintos países se refieran al imperio como de "los medos y los persas", o muchas veces simplemente como de "los medos", aunque éstos, después de la caída de Astiages, sólo desempeñaron un papel secundario en los asuntos del Estado. Por lo tanto, la transición del imperio medo al Imperio Persa fue en verdad una entrega de poder de una casa real a otra, y un traspaso de cargos desempeñados por nobles medos a nobles persas. Desde entonces, la nobleza persa ocupó los primeros puestos en la administración del gobierno, aunque aún se empleaba a medos influyentes, y éstos ocupaban muchos puestos importantes durante el período persa.
El Imperio Persa desde Ciro hasta Darío II
Los gobernantes persas del período del imperio se conocen como reyes aqueménidas porque, con excepción de Darío III, todos los monarcas persas pretendieron tener como su antepasado a un cierto Aquemenes. Las inscripciones de Ciro y Darío I proporcionan informaciones de la genealogía de las dos familias a las cuales estos dos reyes pertenecían, y que parten de Aquemenes y Teispes.
No se sabe el orden exacto de los reyes reinantes desde Aquemenes hasta Ciro II, pero parece que la mayoría o todos los que figuran en la genealogía que hemos dado estuvieron por algún tiempo en el trono de Persia. Las dos casas reinantes gobernaron simultáneamente sobre distintas tribus persas o el dominio pasó de una casa reinante a la otra varias veces. La capital parece, haber sido Ansán, pues los primeros reyes persas se llaman en forma regular "reyes de Ansán", pero no se ha fijado con exactitud su ubicación, aunque la hipótesis de identificarla con Pasargada, en el suroeste de Irán, parece ser la mejor que se ha hecho hasta ahora.
El único gobernante persa anterior a Ciro II mencionado en algún registro de la época de que dispongamos es Ciro I. Las inscripciones del rey asirio Asurbanipal lo mencionan como Kurash de Parsua, quien después de enterarse de la victoria asiria sobre los elamitas, envió a Nínive a su hijo Arukku -probablemente un hermano de Cambises I- con cuantiosos regalos, a fin de ofrecerse como vasallo del emperador asirio. Este suceso ocurrió poco después de 639 AC, año en que Elam fue conquistado, pero sin duda antes que el rey Fraortes de los medos sometiera a los persas y anexara su territorio a su imperio.
Ciro el Grande, c. 553-530 a. C.
Los historiadores griegos tratan ampliamente las aventuras del joven Ciro, pero es difícil discriminar la verdad de la leyenda, y la historia de la tradición. Sin embargo, parece verosímil que Mandana, la madre de Ciro, fuese hija de Astiages, el último monarca que reinó sobre Media, que Ciro mismo se hubiera casado con Kasandana, la hija de Ciajares, hijo de Astiages. Por razones que no nos resultan claras, Ciro se rebeló contra su señor y abuelo Astiages, probablemente en 553 a. C. Ciro, cuyas fuerzas fueron derrotadas dos veces por Astiages, logró finalmente el éxito cuando Hárpago, comandante medo, traicionó a su amo y rey, y se pasó a Ciro, quien para 550 a. C. tuvo en sus manos a Ecbatana, la capital meda, y a su rey.
Aunque Ciro asumió el gobierno real del imperio, parece haber tratado a los medos con deferencia. Astiages fue enviado a Hircania como gobernador de una provincia y según Jenofonte, su hijo Ciajares II fue puesto en el trono como gobernante nominal. Registros de la época no dicen absolutamente nada de la existencia de Ciajares II, pero no es improbable que Ciro permitiese que el príncipe heredero de Media, que era también su suegro, ocupase el trono en forma conjunta con él para agradar a los medos. Si fue así, este Ciajares puede haber sido el mismo rey que se menciona repetidas veces en el libro de Daniel con el nombre de Darío de Media.
Durante los siguientes años Ciro consolidó su poder sobre su extenso imperio, que llegaba desde los límites de la India por el este hasta el río Halys en el centro del Asia Menor al oeste. Los documentos disponibles revelan que se hallaba luchando contra tribus hostiles al este del Tigris en 548 a. C., mientras se preparaba para la gran contienda que pronto afrontaría. El surgimiento meteórico de Ciro, que lo llevaría a ser el gobernante del segundo imperio en extensión de su tiempo, no dejó de impresionar a sus contemporáneos. Pueblos subyugados pusieron su esperanza en él. Por ejemplo, los judíos cuyas profecías indicaban a un Kóresh o Ciro, como futuro libertador (Isa. 44: 28), por cierto deben haber observado su surgimiento con emoción. Pero dirigentes políticos, tales como Nabonido de Babilonia, Amasis de Egipto, y Creso de Lidia, contemplaron el surgimiento de Ciro con gran aprensión, temerosos de perder su propia seguridad y sus respectivos tronos. Por eso se unieron mediante un tratado de ayuda mutua.
Que este temor tenía fundamento quedó demostrado en la primavera de 547 a. C., cuando Ciro penetró en la región superior de Mesopotamia localizada entre el río Jabur y el gran codo del Eufrates, para reocupar una antigua provincia que Nabonido había quitado a los medos. Esta fue una acción claramente hostil hacia los babilonios, aunque no parece haber provocado acciones bélicas entre las fuerzas de los dos imperios. Sin embargo, Creso creyó que debía hacerse algo para contener la creciente amenaza oriental, y convencido de que siempre es ventajoso tomar la iniciativa en vez de esperar a que la tome el adversario, el rey de Lidia cruzó el Halys, y penetró en el territorio de Ciro. En Pteria se riñó la primera batalla con los persas a fines del verano de 547 a. C., pero terminó en un empate. Sin embargo, Creso creyó prudente retirarse a su fuerte capital, Sardis, para esperar la llegada de sus aliados antes de emprender futuras operaciones contra Ciro. Quizá creyó que Ciro había sido bastante debilitado en la batalla en Pteria, de modo que ya no le era una amenaza inmediata, y es evidente que no esperaba que los persas avanzaran en el otoño hacia el occidente, lejos de sus bases, con el severo invierno de Anatolia a las puertas.
Genios de la talla de Ciro obran a veces en forma irracional, y hacen lo que hombres prudentes consideran insensateces. Por eso a menudo sus acciones son inesperadas. Ciro era así. En vez de regresar a su patria durante el invierno y volver con todas sus fuerzas al siguiente año, avanzó y se presentó súbitamente delante de Sardis con su ejército. Puede verse claramente que Creso se había equivocado por completo en aquilatar a su adversario, porque había despedido a sus mercenarios permitiéndoles que se retiraran durante el invierno a sus pueblos natales. Creso, confiado en el valor de los lidios y en la fuerza irresistible de su caballería, se atrevió a atacar a Ciro apenas éste llegó. Sin embargo, una vez más quedó demostrada la astucia del rey persa, cuando rápidamente Ciro hizo montar a los soldados de caballería en sus camellos de carga y así esperó a los lidios que atacaban. Los caballos de batalla de los lidios, que no estaban acostumbrados ni a la apariencia de los extraños animales de cuello largo ni a su penetrante hedor, se desviaron y regresaron a la ciudad. Muy pronto, después de un corto sitio - entre octubre y diciembre de 547 a. C.- Sardis capituló antes que los aliados tuvieran oportunidad de acudir en ayuda de Creso. El rey de Lidia cayó en manos de Ciro, quien parece haberle perdonado la vida, aunque un documento refiere que Creso fue ejecutado. Una vez más Ciro había comprobado ante el mundo que era un hombre oportuno y que sabía dar sorpresas. Con sentimientos encontrados recibieron sus contemporáneos las noticias de sus victorias increíbles que llegaban a las ciudades y aldeas de Babilonia. Para los judíos cautivos estas noticias habrán sonado como dulce música, pero los gobernantes de Babilonia y Tema -Belsasar y Nabonido- deben haberse alarmado.
Nada se sabe con exactitud de las actividades de Ciro durante los seis años que siguieron a la conquista de Lidia. Sin embargo, es improbable que un hombre como Ciro hubiera permanecido ocioso durante esos años. De Beroso, citado por Josefo, llega el informe de que Ciro conquistó toda Asia antes de marchar contra Babilonia, y Jenofonte supo de una campaña contra Arabia durante ese tiempo. Por eso podemos concluir que Ciro consolidó su dominio sobre las distintas partes del Asia Menor durante los años de los cuales guardan silencio los documentos de la época, y también puede haberse encontrado con Nabonido en Arabia, porque este rey pretende en un texto haber "conquistado sus [de Ciro] territorios" personalmente y haber llevado sus posesiones a su residencia. No se sabe con certeza si esta pretención fue una jactancia hueca, o si en realidad Nabonido derrotó en alguna ocasión a Ciro.
No importa qué hubiera sucedido entre la caída de Sardis (547) y 540 a. C., lo cierto es que para fines del 540 a. C., Ciro había organizado su imperio, que constituyó una unidad bien estructurada, y había formado un ejército formidable con el cual estaba listo para la contienda que se avecinaba con Babilonia. Una vez más la buena fortuna de Ciro acudió inesperadamente en su ayuda cuando el gobernador de Gutium, la provincia más oriental de Babilonia, entregó su territorio y su pueblo a los persas. Nabonido, que había regresado de Tema a Babilonia, puede haber ayudado a su hijo Belsasar, comandante en jefe de todas las fuerzas orientales, en la preparación para el choque inevitable con Ciro.
La batalla grande y decisiva entre las fuerzas de los dos imperios se realizó en Opis sobre el Tigris, en el sitio de lo que después fue la ciudad de Seleucia o cerca de allí (a unos 32 Km río abajo de la Bagdad moderna), y cerca de la gran muralla de Nabucodonosor. Se desconocen las razones de la desastrosa derrota que sufrió el ejército babilónico en Opis. Nuestros registros incompletos sólo nos dicen que Ciro logró cruzar el río Tigris y que derrotó al ejército babilónico en forma tan completa que de repente dejó de existir toda resistencia organizada, y todo el país quedó a merced de los persas. Los vencedores aprovecharon inmediatamente las oportunidades que se les presentaban y no perdieron tiempo en sacar el mayor beneficio posible de su victoria. Siguieron a los babilonios que huían hacia el oeste y sureste, y sin combatir tomaron a Sipar, que quedaban a unos 24 Km. al oeste del Tigris, el 10 de octubre de 539 a. C., y sólo dos días más tarde a Babilonia, que quedaba a unos 65 Km al sureste de Opis.
Nabonido, que había estado en Sipar justamente antes que cayera la ciudad, huyó hacia el sur, pero por razones desconocidas regresó a Babilonia pocos días después y se entregó a los persas, que le perdonaron la vida. Después de la batalla de Opis, Belsasar esperó a sus enemigos detrás de las poderosas fortificaciones de Babilonia. Sin embargo, ellas no lo protegieron. Parece haber tenido enemigos dentro de Babilonia que lo traicionaron entregaron la ciudad en manos de los Persas. De esta manera "Ugbaru el gobernador de Gutium", quien después de la batalla de Opis había marchado directamente hacia Babilonia, entró en la ciudad sin lucha el 12 de octubre de 539 a. C. Belsasar, que había pasado la noche en una orgía y había visto literalmente, "la escritura en la pared", fue muerto; pero aparte de esto parece haber habido poco derramamiento de sangre. Yendo en contra de lo acostumbrado, los persas no destruyeron la ciudad, y pusieron soldados como guardias en los templos y edificios públicos para garantizar la continuación ordenada de la vida diaria de Babilonia, y evitar saqueo o destrucción de propiedades.
Por su lenidad, Ciro tuvo éxito como conquistador no sólo de reinos, de ciudades, sino también del corazón de la gente. Cuando unos 17 días más tarde (29 de octubre de 539 a. C.), entró personalmente, en la ciudad capital, "todos los habitantes de Babilonia... besaron sus pies, llenos de júbilo y con rostros alegres de que él hubiera recibido el reino. Con alegría lo saludaron como amo por cuya ayuda habían vuelto nuevamente a la vida de la muerte y todos habían sido librados del daño el desastre, y adoraron su mismo nombre" (inscripción del cilindro de arcilla de Ciro, conocido como Cilindro de Ciro.
Raras veces fue tan fácilmente vencido un imperio tan grande, y aun era más raro que un vencedor fuese, aceptado tan rápidamente por los vencidos, como lo fue Ciro. La clase gobernante caldea, y en especial Nabonido, habían perdido de tal manera la simpatía de los babilónicos, que éstos aceptaron gustosos cualquier cambio en el gobierno. Las naciones subyugadas no sentían amor ni lealtad para sus opresores, pero esperaban mejores días del gobierno más humano de los persas, de cuya política ya había pruebas en los países sobre los cuales ya había gobernado durante varios años. Quizá aquella política había llegado a conocerse por todo el mundo civilizado. Su suavidad y justicia habían hecho que Ciro ganase el corazón de la gente con poco esfuerzo adicional de su parte.
Ciro no sólo fue un gran guerrero y general, sino también un gobernante sabio, que sabía ganar la paz además de las guerras. En sus medidas pacíficas demostró su verdadera grandeza. Los asirios y los babilonios habían destruido las ciudades de las naciones vencidas habían trasplantado sus habitantes a otros lugares del imperio, pero Ciro no deseaba segur su ejemplo destruyendo a los pueblos a fin de gobernar sobre sus tumbas. Perdonó las ciudades conquistadas, hizo retornar a sus lugares de origen a los pueblos previamente trasladados y enriqueció su patrimonio con medidas que los favorecieron económicamente. La capital babilónica es un ejemplo. Al convertir a Babilonia en una de sus capitales, al favorecer a Marduk, el principal dios babilónico, y al declararse más tarde "rey de Babilonia", ganó el cariño del pueblo. También se hizo popular al devolver a las ciudades las diversas deidades que Nabonido había transportado a Babilonia, y al refaccionar o reconstruir templos locales, uno de los cuales fue el de Jerusalén. Con esta actitud favorecía a los babilonios, que habían visto de mala gana tantos dioses adoradores extraños en su ciudad, y agradó en gran medida a los pobladores de las ciudades y países extranjeros cuyos dioses les fueron devueltos, o cuyos templos destruidos fueron reconstruidos.
Obró sabiamente al permitir que dirigentes locales mandaran a sus propios pueblos como gobernadores de provincias subordinados a los persas, y al abstenerse de imponer a las naciones conquistadas la manera de vida, religión o idioma persas. Esta sabia política iniciada por Ciro fue seguida en general por sus sucesores, aunque ocasionalmente algunos violaron estos principios. Sin embargo, los persas en general hicieron un leal esfuerzo por honrar las costumbres, religiones y leyes locales.
También se valieron como idioma oficial del imperio el idioma arameo, conocido casi universalmente. Por lo tanto fue una gran pérdida cuando sólo ocho años después de la caída de Babilonia, murió Ciro en una campaña contra algunas tribus del Irán oriental en agosto de 530 a. C.
Las grandes conquistas hicieron de él el imperio más grande en extensión hasta entonces. Su existencia concluyó en 330 a. C. cuando el último de los reyes aqueménidas, Darío III, fue vencido por Alejandro Magno.

c.    Vientre y muslos de bronce.
Representan al imperio griego (Alejandro Magno), de corta duración, tal y como lo es el talle de la imagen, que muestra otra característica más de  esa nación. El apóstol Pablo, escribiendo a los Filipenses, dice: «Cuyo dios es el vientre» (Filipenses 3:19). Esto decía él refiriéndose a los griegos, puesto que la ciudad de Filipos estaba en Grecia.
En efecto, Grecia disponía de todo para el cuerpo: el deporte, los juegos atléticos, la cultura, la belleza del cuerpo tenía gran atracción para este pueblo. Las fiestas en honor al dios vino —Baco o Dionisio—, eran cultos para satisfacer el estómago, culto a la borrachera, la glotonería y el desenfreno.
Este imperio conquistó todo el mundo conocido hasta ese entonces, incluyendo al imperio de los medos-persas (Dn. 2:39).
Contexto histórico
(Alejandro III) Rey de Macedonia (Pella, Macedonia, 356 - Babilonia, 323 a. C.). Sucedió muy joven a su padre, Filipo II, asesinado en el 336 a. C. Éste le había preparado para reinar, proporcionándole una experiencia militar y encomendando a Aristóteles su formación intelectual.
Alejandro Magno dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse. Y enseguida -en el 334- lanzó a su ejército contra el poderoso y extenso Imperio Persa, continuando así la empresa que su padre había iniciado poco antes de morir: una guerra de venganza de los griegos -bajo el liderazgo de Macedonia- contra los persas.
Con un ejército pequeño (unos 30.000 infantes y 5.000 jinetes), Alejandro Magno se impuso invariablemente sobre sus enemigos, merced a su excelente organización y adiestramiento, así como al valor y al genio estratégico que demostró; las innovaciones militares introducidas por Filipo (como la táctica de la línea oblicua) suministraban ventajas adicionales.
Recorrió victorioso el Asia Menor (batalla de Gránico, 334), Siria (Issos, 333), Fenicia (asedio de Tiro, 332), Egipto y Mesopotamia (Gaugamela, 331), hasta tomar las capitales persas de Susa (331) y Persépolis (330). Asesinado Darío III, el último emperador Aqueménida, por uno de sus sátrapas (Bessos) para evitar que se rindiera, éste continuó la resistencia contra Alejandro en el Irán oriental.
Una vez conquistada la capital de los persas, Alejandro licenció a las tropas griegas que le habían acompañado durante la campaña y se hizo proclamar emperador ocupando el puesto de los Aqueménidas. Enseguida lanzó nuevas campañas de conquista hacia el este: derrotó y dio muerte a Bessos y sometió Partia, Aria, Drangiana, Aracosia, Bactriana y Sogdiana. Dueño del Asia central y del actual Afganistán, se lanzó a conquistar la India (327-325), albergando ya un proyecto de dominación mundial. Aunque incorporó la parte occidental de la India (vasallaje del rey Poros), hubo de renunciar a continuar avanzando hacia el este por el amotinamiento de sus tropas, agotadas por tan larga sucesión de conquistas y batallas.
Con la conquista del Imperio Persa, Alejandro descubrió el grado de civilización de los orientales, a los que antes había tenido por bárbaros. Concibió entonces la idea de unificar a los griegos con los persas en un único imperio en el que convivieran bajo una cultura de síntesis (año 324). Para ello integró un gran contingente de soldados persas en su ejército, organizó en Susa la «boda de Oriente con Occidente» (matrimonio simultáneo de miles de macedonios con mujeres persas) y él mismo se casó con dos princesas orientales: una princesa de Sogdiana y la hija de Darío III.
La reorganización de aquel gran Imperio se inició con la unificación monetaria, que abrió las puertas a la creación de un mercado inmenso; se impulsó el desarrollo comercial con expediciones geográficas como la mandada por Nearcos, cuya flota descendió por el Indo y remontó la costa persa del Índico y del golfo Pérsico hasta la desembocadura del Tigris y el Éufrates. También se construyeron carreteras y canales de riego. La fusión cultural se hizo en torno a la imposición del griego como lengua común (koiné). Y se fundaron unas 70 ciudades nuevas, la mayor parte de ellas con el nombre de Alejandría (la principal en Egipto y otras en Siria, Mesopotamia, Sogdiana, Bactriana, India y Carmania).
La temprana muerte de Alejandro a los 33 años bajo oscuras circunstancias, le impidió consolidar el imperio que había creado y relanzar sus conquistas. El imperio no sobrevivió a la muerte de su creador. Se desencadenaron luchas sucesorias en las que murieron las esposas e hijos de Alejandro, hasta que el imperio quedó repartido entre sus cuatro generales (los diádocos): 1) Casandro en Macedonia; 2)Lisímaco en Tracia y Asia; 3) Seleuco en Siria y Babilonia; 4) Tolomeo en Egipto y Arabia. Los Estados resultantes fueron los llamados reinos helenísticos, que mantuvieron durante los siglos siguientes el ideal de Alejandro de trasladar la cultura griega a Oriente, al tiempo que insensiblemente dejaban penetrar las culturas orientales en el Mediterráneo.
En su reinado de 13 años, cambió por completo la estructura política y cultural de la zona al conquistar el Imperio Aqueménida y dar inicio a una época de extraordinario intercambio cultural, en la que lo griego se expandió por los ámbitos mediterráneo y próximoriental. Es el llamado Período Helenístico (323–30 a. C.) Tanto es así, que sus hazañas le han convertido en un mito y, en algunos momentos, en casi una figura divina, posiblemente por la profunda religiosidad que manifestó a lo largo de su vida.
Es precisamente en éste período de helenización que surge la LXX o septuaginta, que no es otra cosa sino la traducción al griego de textos hebreos y arameos con contenido netamente judío, especialmente la Torá o Ley judía. Esto tiene lugar en Alejandría, una ciudad fundada precisamente por Alejandro en el año 331 a. C., y que posterior a su muerte y a petición de Ptolomeo II Filadelfo se mandó realizar. La traducción LXX se inició en el siglo III a. C. (280 a. C.) y se concluyó hacia finales del siglo II a. C. y es la misma traducción que se usaba en las sinagogas en tiempos de Jesús. Es importante acotar que de esta traducción toman forma muchas de las traducciones cristianas modernas del Antiguo Testamento.

d.  Piernas de hierro.
Representan al Imperio Romano.
Contexto histórico
Este vio sus inicios alrededor del 67 a. C., el cual tuvo una duración de casi 1000 años; es por ello que es representado con la parte más larga de la imagen, además de que alegóricamente nos indica que el imperio romano se dividía en 2, la región oriental cuya capital era Constantinopla (hoy Estambúl), y la occidental cuya capital era Roma (Dn 2:40).
Estos implantaron un gobierno absoluto, concentrando en su persona todos los poderes: políticos, militares, religioso y administrativos. Esta etapa se inició en el año 29 a. C. con el gobierno de Augusto (Octavio) y concluyo con el gobierno del último emperador romano Rómulo Augústulo en el año 476 d. C. debido a las invasiones bárbaras del siglo V.
El territorio del Imperio Romano Abarcaba tres continentes: Sur y Oeste de Europa, el Oeste de Asia y el Norte de África. Dentro de sus límites quedaron: Britania, Galia, España, Suiza, los países situados al sur del Rio Danubio, Italia, Grecia, Turquía, Asia Menor y el Norte de África.
El imperio ro­mano existió paralelamente con el griego, más aún: éste existía antes del babilónico, pero su expansión a nivel mundial se produjo recién después de caído el imperio griego, perma­neciendo como tal hasta el año 364 d. de C. Este imperio con­quistó la cumbre justamente en el tiempo del nacimiento de Jesús.
Este imperio se caracteriza por el hierro debido a que el hierro jugó en este imperio un papel muy importante. Era parte integral de las guerras romanas. Prácticamente estaban esposadas en el hierro las así llamadas «cortes de hierro». Aparte de ello, Roma tenía una disciplina de hierro y un go­bierno también de hierro. Asimismo dio a luz a un sinnúmero de gobernantes muy famosos como César Augusto (31 a. C. – 14 d. C.); Tiberio (14-37 d. C.); Calígula (37-41 d. C.); Claudio (41-54 d. C.); Nerón (54-68 d. C); Vespasiano (69-79 d. C.); Tito (79-81 d. C.); entre muchos más.
e.   Pies y dedos de hierro con barro cocido.
Es la continuación o extensión de las piernas y son productos de estas; es decir, esto que aparece aquí no es sino una extensión del Imperio Romano. A partir de la Roma antigua toma forma el que será el último de los imperios. En realidad este es el Imperio Romano resucitado, antes de la 2ª Venida del Señor, y tendrá fortaleza para conquistar, semejante a la de su primer hierro (Cp. Ap. 13:4-5). Sin embargo, el barro mezclado con el hierro muestra que la unión o confederación de reyes y naciones tendrá defectos fatales propios de la debilidad humana, y por esa razón será vulnerable.
Representan el último imperio de la historia, la Unión Europea, la cual se ha dado a partir de alianzas humanas pero sin mezclarse entre sí; es decir, estas naciones cooperan entre sí pero en ningún momento se unen (de hecho el tratado que se hizo al establecer dicha comunidad tiene por nombre “Tratado de Roma”); Ver Dn. 2:41-43. Los diez dedos de los pies de la estatua representan a los diez reyes que gobernarán simultáneamente sobre la región que Roma dominó en el pasado.


En él se capitalizarán los propósitos y esfuerzos humanos por unir al planeta por medio de La globalización, ¿has escuchado esta frase? Pareciera bien intencionada y con beneficios para el mundo entero, pero no es así. Esto es parte de lo profetizado por el profeta Daniel en Dn. 2:43.

Esta globalización no es sino el establecimiento de un Nuevo Orden Mundial, en el cual se instaurará el primer presidente del mundo, el cual regirá bajo un solo gobierno mundial, comandará un solo ejército mundial, establecerá una sola moneda mundial, y además, convertirá a todas las religiones en una religión mundial. ¿Quién será este personaje? Un hombre cuyas cualidades, intelecto, dotes, dones y capacidades políticas, económicas, diplomáticas y bélicas nunca han sido vistos en este mundo; su nombre es LA BESTIA ANTICRISTO.
¿El propósito de lo anterior? Control totalitario mundial.
Toda esta revuelta, político-religioso-económico-militar tendrá lugar en medio de la apostasía de la iglesia en un período de tiempo previo al levantamiento de este adusto personaje, y ésta, en medio de este mar de confusión, no sabrá distinguir lo bueno de lo malo, ni lo santo de lo profano (Ez. 22:26-31) “26Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos. 27Sus príncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas. 28Y sus profetas recubrían con lodo suelto, profetizándoles vanidad y adivinándoles mentira, diciendo: Así ha dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado. 29El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. 30Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. 31Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor.

            En definitiva, estamos yendo rumbo al establecimiento de un Nuevo Gobierno Mundial. La crisis económica mundial, que ahora ha alcanzado hasta los países más poderosos, no es sino una estrategia que han usado un grupo selecto de hombres poderosos, que son los que realmente manejan los destinos de la raza humana (todo esto dentro del plan de Dios, porque entendemos perfectamente que Dios es soberano pero le ha dado autoridad al maligno para operar sobre los que viven sin Jesucristo), para implementar una “economía sólida” a través de diferentes estrategias como, dolarizar (cambiar por el dólar la moneda de un país) o eurizar (cambiar por el eurodólar la moneda de un país) las monedas de todos los países, o incluso, la creación de aparentes nuevas monedas (como las de oro o plata que se promueven en México). Sin embargo, sabemos que al final no será sino una economía sin monedas, ni billetes, donde toda transacción financiera se realizará por medios de cargos y abonos electrónicos, los cuales permitirán también el control de los recursos de cada individuo.

No son los presidentes de las naciones los que gobiernan a sus respectivas naciones, sino que este grupo selecto, del cual te hablé arriba, es el que gobierna realmente; y todo lo hacen “tras bambalinas”. Son ellos los que dicen quién es o deja de ser el gobernante en turno de cualquier país. Los que vemos al frente no son sino la cara comercial; son solo los personajes que los medios publicitarios (manejados por este grupo selecto) nos muestran para convencernos de quién es “la mejor opción”. Por poner un ejemplo de manipulación de parte de los medios de difusión masiva, tenemos que cuando los Estados Unidos de América recibieron el atentado de aquel lamentable 11 de septiembre, este grupo selecto usó toda su artillería publicitaria (medios de comunicación) para hacernos creer que fue un grupo de terroristas quien había perpetrado tan repugnante hecho.
Hasta hoy, la mayoría de las personas siguen pensando que así fue, pero es mucho muy evidente que ese aborrecible acto del 11/s fue solo un pretexto para (1) fabricarse una guerra que les habría de dejar jugosas ganancias  y, (2) invadir otro país y aplastar su soberanía para explotar todos sus recursos. Tal y como está ocurriendo en nuestro país, México.

Todos los países han realizado alianzas estratégicas con el propósito de enfrentar (aparentemente) todas las desavenencias económicas del planeta pero nunca se mezclarán entre ellas, tal y como lo dijo el profeta Daniel (Ver Dn. 2:43). Hasta hace 30 años, hablar de todo esto era algo tachado de loco, fantasioso y especulativo, pero el día de hoy vemos el cumplimiento de la Palabra de Dios al pie de la letra.

Nuestros propios ojos vieron el surgimiento de la Unión Europea de Naciones, y no solo eso, sino que muy pocos saben que cada continente tiene su propio tratado bilateral, trilateral o multilateral. Para muestra un botón:

El 1º de Noviembre de 1993 en Europa se formalizó la Unión Europea; el 1º de enero de 1994 entró en vigor el TLCAN; asimismo, el 26 de marzo de 1991 se firmó el Mercosur con la participación de países de Sudamérica; del mismo modo, el 9 de septiembre de 1999 se dio a conocer la Unión Africana; entre otros.
Lo curioso de todo esto es que todos estos tratados o acuerdos internacionales se establecieron en un mismo período de tiempo, en los años 90’s.

Las entidades que los amos del mundo usan para marcar el paso de la economía mundial, son estas tres: El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y, la Organización Mundial de Comercio. Es esta trilogía la que se ha encargado de endeudar a todos los países del mundo, incluso la Unión Americana tiene deuda pública con ella, cosa jamás vista en la historia de ese país.
Paul Walburg, consejero de Relaciones Exteriores y arquitecto de la Reserva Federal de los Estados Unidos de América, dijo: "Guste o no, tendremos un Gobierno Mundial. La única cuestión es si será por concesión o por imposición". Cabe destacar que la famosa Reserva Federal de la cual presumen los gobernantes americanos no es un organismo público sino privado.

Todo esto ha de llevar al planeta a una decadencia y perversión morales como nunca antes, a tal grado que las naciones que alguna vez fueron libres serán sometidas a este régimen totalitario que terminará siendo comandado por el peor de los anticristos que se ha levantado jamás, recibiendo en la Biblia el nombre de LA BESTIA, reitero.
El amanecer de una nueva era de oscuridad está por llegar a la humanidad. Será este el amanecer sobre un mundo donde todo intento de independencia será destruido. No habrá límites territoriales, no habrá fronteras, sino que el mismo Gobierno Mundial usará las ciudades como guetos altamente controlados, y esta parte ya la estamos viendo en la actualidad. Las carreteras y súper carreteras con las que contamos parecieran ser un avance en las comunicaciones pero lo que no sabes es que ellas te indican por dónde debes andar y por dónde no (existen zonas territoriales no autorizadas para las personas comunes como tú y como yo). La delincuencia organizada (autorizada por los mismos gobiernos como un mal necesario) nos ha mantenido encerrados en nuestras casas así como las pandemias inventadas.

Pero, a pesar de todo, ¿Quién quiere vivir en el campo, alejado de la civilización?, ó, ¿Quién quiere vivir desconectado del mundo virtual? Lo más triste de todo este asunto es que será el mismo hombre quien exija el establecimiento del Gobierno Mundial.

La primera forma de independencia que este gobierno perverso ha puesto bajo ataque es la familia porque es ahí donde el hombre establece los cimientos de la libertad; es allí donde el hombre puede forjar un gobierno justo a través de una formación correcta, tanto ideológica como intelectual y moral sobre sus hijos para que éstos lleguen a ser hombres y mujeres moralmente rectas delante de Dios y como consecuencia, de los hombres.

Hoy en día vivimos en una sociedad que aborrece a los niños y que nosotros, muchas veces sin darnos cuenta y otras deliberadamente, permitimos que nos indiquen cómo educar a nuestros hijos.

Este malévolo gobierno está logrando socavar los lazos familiares, y en muchos de los casos, los ha roto totalmente. La primera estrategia maquiavélica es separar a los hijos de los padres, ¿cómo? (Hay un dicho que dice: “divide y vencerás”), dándoles entretenimiento por separado (y esto solo es el principio).
Cada día se autorizan más leyes que van contra todo principio moral; vivimos en un país (México) donde mueren más de 4,000 seres en abortos legalizados (esto sin contar los clandestinos); que paradoja, el país más católico y con mayor cantidad de denominaciones religiosas de toda Latinoamérica asesina a más de 4,000 bebés anualmente. En fin, esto ni siquiera es la punta del iceberg sino mucho menos que eso.



Nota importante

(Extraída de la Biblia de Estudio de Profecía de Tim LaHaye, pag. 902)
Los profetas del AT vieron seis grandes imperios que, bajo el control de Satanás, oprimían a Israel, el pueblo escogido de Dios. Dos de estos imperios fueron anteriores al tiempo de Daniel: Egipto y Asiria (Ver. Is. 10:14; 27:13; 52:4).
            En sus visiones, Daniel vio cuatro imperios opresivos adicionales. En el capítulo 8 de Daniel el segundo y tercero de estos imperios se identifican como Medo-Persia y el Imperio Griego, establecido bajo Alejandro Magno. Debido a que Daniel identifica el primer imperio como la Babilonia de Nabucodonosor en Dan. 2:38, no cabe duda de que el cuarto imperio es Roma. Daniel pudo saber esto sólo a través de una revelación sobrenatural, pues la conquista de Jerusalén por parte de Roma (63 a.C.) Tuvo lugar mucho después de esta profecía.
Sin embargo, el libro de Apocalipsis en el NT añade otros dos imperios opresivos para llegar a un total de ocho. El apóstol Juan, que escribió alrededor del año 90 d. C., vio la bestia con siete “cabezas” (Ap. 12:3; 13:1; 17:3,9). Estas “cabezas” o “montes” (o imperios) se representan como siete reyes sucesivos (Ap. 17:10), cinco de los cuales (Egipto, Asiria, Babilonia, Medo-Persia y Gracia) ya habían “caído” en los días de Juan. El ángel que interpretaba explicó entonces que un imperio permanecía (Ap. 17:10). Éste sería el número seis, el gran Imperio Romano de los tiempos neo testamentarios.
Sin embargo, llama la atención que el séptimo y último de estos reyes “aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo” (Ap. 17:10). Este será el renacido Imperio Romano, la fase final de la gran imagen de Dan. 2 (los diez dedos) y de la bestia de Dan.7 (los diez cuernos y el “cuerno pequeño” que salía “entre ellos” [7:8]).
Apocalipsis 17:8 dice que esta bestia con siete cabezas de pronto “no es” (cp. Ap. 17:11). La bestia entonces reaparece como “el octavo” imperio, aunque de hecho es “de entre los siete”. Es evidente que el ángel da por sentado que Juan recordaba que el rey-bestia de una u otra manera iba a ser asesinado en medio de su carrera demoníaca, descendería al “abismo”, saldría del abismo (Ap. 11:7) y regresaría a la vida mortal (Ap. 13:3, 12, 14) para iniciar su dominio mundial de 42 meses. Este reino de la bestia es el mayor y último opresor de Israel.
Daniel predijo el comienzo de este dominio de 42 meses en Dan. 7:25 (notar el contraste con la primera fase de la actividad del “cuerno pequeño” en 7:24), y en Dan. 9:27 (tras la ruptura del pacto de siete años) y en Dan. 11:36-39 (el dominio mundial del rey que “hará su voluntad”). El Señor Jesús describió esta parte final de los siete años de la tribulación llamándola “la gran tribulación” (Mt. 24:21,29) que seguiría a la instauración de la abominación desoladora (Mt. 24:15).
 

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