domingo, 27 de enero de 2013

1. INTRODUCCIÓN



Estudio del Libro del Apocalipsis


Introducción

Muchos creyentes consideran a este precioso y majestuoso Libro como lo hacía el que fuera primer ministro de Inglaterra, Winston Churchill: “un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”.

Aún en la mayoría de las iglesias se elude el estudio serio del mismo debido al desconcertante misticismo simbólico e impresionantes imágenes que contiene. Juan Calvino, el comentarista más importante de la Reforma, que escribió comentarios sobre los otros Libros de la Biblia, no intentó escribir comentario alguno al respecto de tan portentoso Libro. Tal falta de visión priva a los creyentes de las bendiciones que el Libro promete a quienes lo leen con diligencia (1:3; 22:7).

Apocalipsis ofrece una elevada perspectiva de la Palabra inspirada de Dios. Reclama por sí mismo la inspiración divina (1:2), y se ha calculado que 278 de sus 404 versículos tienen que ver con pasajes inspirados del AT.

Apocalipsis revela a Dios el Padre en toda su gloria y majestad, describiéndolo como santo (4:8), verdadero (6:10), omnipotente (4:11), sabio (7:12), soberano (4:11) y eterno (4:10). Apocalipsis ofrece detalles de las profundidades de la depravación humana. A pesar de sufrir el último derramamiento de la devastadora ira y del juicio de Dios sobre la humanidad pecadora, las personas endurecerán su corazón (como lo hizo faraón; ver 1 S. 6:6) y no querrán arrepentirse (9:20-21; 16:9, 11).

Las Escrituras no tienen un resumen más claro de la doctrina de la redención que el de Ap. 1:5 “y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre”. Apocalipsis advierte a la iglesia de los peligros del pecado y de entrar en arreglos con el mundo (caps. 2 y 3), y le enseña cómo adorar correctamente a Dios (caps. 4 y 5).

Apocalipsis describe la victoria final del Cristo sobre Satanás, reseña el establecimiento político del postrer sistema del mundo y relata la carrera del más poderoso dictador en la historia de la humanidad, el último anticristo. También menciona el arrebatamiento de la iglesia (3:10), y describe el tiempo de 7 años de la tribulación (7:14; cp. Mt. 24:21), la 2ª venida de Cristo, la batalla culminante de la historia humana (Armagedón), los mil años del reino terrenal de Jesucristo, el juicio final de los pecadores no arrepentidos (el juicio ante el Gran Trono Blanco), el estado final de los enemigos de Dios en el infierno (el lago de fuego y azufre) y de los redimidos en el cielo nuevo y la tierra nueva.

Apocalipsis afirma la plena deidad de Jesucristo. Él posee los atributos y prerrogativas de Dios, que incluyen su soberanía (1:5), eternidad (1:17-18), el derecho de juzgar a los hombres (19:11) y el decidir quién vive y quién muere (22:1-3). Por último, Apocalipsis afirma su igualdad de esencia con Dios al Padre al aplicar a Jesucristo los pasajes del AT que describen a Dios (cp. Dt. 10:17 con 19:16; Pr. 3:12 con 3:19; Dn. 7:9 con 1:14; Is. 44:6 con 1:7; y 1:8 con 22:12-13).

Lejos de ser el libro misterioso e incomprensible que muchos piensan que es, el propósito de Apocalipsis es revelar la verdad, no ocultarla. En cada caso, apokalupsis describe algo (o alguien) que antes estaba oculto, pero que ahora se hace visible.

Espiritualizar o alegorizar este portentoso Libro pone en peligro la correcta interpretación del mismo. Este ha de interpretarse literalmente en la mayor medida posible, porque al no observar este método hermenéutico el intérprete quedará sujeto a su propia imaginación, además de que lo llevará a situar el relato del Apocalipsis únicamente en el pasado y en el presente, en vez de ponerlo en el futuro.

Autor

Por supuesto sabemos que el autor supremo es el Altísimo Dios del cielo y de la tierra, pero también al Señor le plació usar a un hagiógrafo humano para su difusión. Cuatro veces en Apocalipsis el autor humano se identifica como Juan (1:1, 4, 9; 22:8). La iglesia primitiva (hasta el siglo III) afirmó unánimemente que el escritor del apocalipsis era Juan el hijo de Zebedeo, uno de los 12 apóstoles y autor del cuarto evangelio y las epístolas de Juan.

Alrededor del siglo II (posiblemente alrededor del 135 d. C.) Justino Mártir declaró: “Hubo una cierto hombre con nosotros, cuyo nombre era Juan, uno de los apóstoles de Cristo, quien profetizó, por una revelación que le fue dada, que los que creyeron en nuestro Cristo morarían mil años en Jerusalén; y de allí en adelante tendría lugar la resurrección general y eterna y el juicio de todos los hombres”. Como Justino vivió durante algún tiempo en Éfeso, una de las siete iglesias a la que se dirige el Apocalipsis, su testimonio es muy importante.

Ireneo, discípulo de Policarpo, quien fue discípulo del apóstol Juan, también en algunos de sus escritos hace referencia a una serie de citas del Apocalipsis, reconociendo además la autoría del Apóstol. Clemente de Alejandría y Tertuliano son otros testigos importantes a favor del Apóstol Juan.

Aunque existen diferencias entre el estilo literario del Apocalipsis y los otros escritos inspirados de Juan, podemos observar en ellos notables paralelos. Solamente el evangelio de Juan y Apocalipsis se refieren a Cristo como el Verbo (Jn. 1:1 y Ap. 19:13). En varias ocasiones Apocalipsis describe a Cristo como el Cordero; un título que solo se encuentra, además de aquí, en el Evangelio según San Juan. Asimismo, estos dos Libros se refieren a Jesucristo como testigo (Jn. 5:31-32 y Ap. 1:5).

Entonces bien, a pesar de las diferencias gramaticales y lingüísticas, el griego usado en el Apocalipsis tiene más afinidad con los otros libros juaninos que cualquier otro libro del NT. Los comentaristas modernos que ponen en tela de juicio la autoría de Juan pasan por alto la opinión tradicional e histórica, las cuales colocan al discípulo amado como el único autor de este majestuoso Libro.


Fecha

Fue escrito en la última década del primer siglo (cerca del 94-96 d. C.), cerca del fin del reinado del emperador Domiciano (81-96 d. C.). Los padres de la iglesia Clemente de Alejandría, Orígenes, Victorino, Eusebio y Jerónimo también afirman en sus escritos que Juan escribió el Apocalipsis durante el imperio de Domiciano.

El apocalipsis se escribió en un período en el que la iglesia estaba sufriendo persecución: Juan había sido desterrado a Patmos, al menos un creyente ya había sufrido martirio (Ap. 2:13 indica que Antipas había sido martirizado, y la tradición histórica señala que era obispo de la iglesia de Pérgamo y que sufrió por su fe siendo asado vivo en una olla de bronce), y en el horizonte se vislumbraba más persecución (2:10).

El peso de la evidencia favorece claramente la fecha de la redacción de Apocalipsis a mediados de los noventa, casi al final del Imperio Domiciano. Esto es de importancia fundamental, porque elimina la posibilidad de que las profecías dadas en el Apocalipsis se cumplieran en la destrucción de Jerusalén en 70 d. C.



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